Estalla la Segunda Guerra Mundial

 La resistencia a ultranza de Negrín durante la guerra civil española tenía como uno de los principales argumento[1] el hecho de que la política de agresión que estaba desplegando Alemania en Europa, tarde o temprano conduciría a un conflicto mundial y,  como consecuencia, se produciría la retirada de los efectivos alemanes de España o incluso se produciría la internacionalización del conflicto, y la entrada en el mismo de Francia e Inglaterra, en apoyo de la república, rompiendo la vergonzosa política de “no intervención” que habían mantenido hasta ese momento. Sin embargo, como todos sabemos, la guerra “mundial” no llegó a tiempo de salvar a la República.

Tras la capitulación del Pacto de Munich, en septiembre de 1938, y su consecuencia, la ocupación Alemana de los Sudetes[2], las provocaciones y amenazas de Hitler fueron aumentando, poniendo en primer lugar en su punto de mira la ciudad polaca de Danzing[3], sobre la que los alemanes iniciaron una campaña propagandística, al tiempo que se cruzaban amenazas. El 15 de marzo los alemanes invadieron Checoslovaquia, y crearon el protectorado de Bohemia-Moravia, lo que suponía la violación tácita del pacto de Munich.

El rumbo que estaban tomando los acontecimientos hacía prever el estallido de un conflicto de dimensiones europeas, por lo que Francia e Inglaterra empezaron a tomar medidas. Reino Unido instauró en abril el servicio militar obligatorio. Un mes después Francia y Polonia firmaron un pacto de asistencia mutua en caso de una agresión de Alemania, y también se iniciaron gestiones para firmar un pacto con la unión soviética.

 Ante las reiteradas reclamaciones sobre la ciudad de Danzing y su corredor, y las continuas amenazas de ocupación militar, Francia e Inglaterra confirmaron su apoyo a Polonia y la voluntad de cumplir los acuerdos que les obligaban a la protección mutua en caso de una agresión militar alemana.

En estos meses prebélicos, los mandos del ejército francés habían decidido prepararse ante una eventual guerra, y la posible entrada de Italia en ella, para lo cual, además de reforzar la frontera alemana,  decidieron hacer lo mismo con la que tenían con los italianos,  mediante el envío de tropas alpinas, y, simultáneamente decidieron utilizar a los refugiados españoles encuadrados en las CTE, con el fin de realizar trabajos de preparación de puentes y caminos para facilitar los movimientos del ejército en la zona. Según Peter Gaida (GAIDA, 2014: 57) “En invierno de 1939 más de 40 compañías son afectadas a los Alpes”.

Simultáneamente, el ministerio de trabajo francés se encontró con importantes dificultades para obtener mano de obra, debido al enrolamiento de muchos franceses en el ejército, por lo que también  se pensó en los extranjeros refugiados en Francia para cubrir esa necesidad. El “problema” que hasta ese momento habían supuesto los refugiados republicanos,  de pronto se convirtió en la oportunidad y/o necesidad de una mano de obra barata. “El Gobierno suspende la salida de republicanos españoles hacia América y recaba su colaboración en tareas bélicas” (EGIDO 2002: 196)

A pesar de todo, Hitler seguía pensando que tanto franceses como ingleses no intervendrían ante sus acciones y que, en todo caso, lo harían tarde, y/o los alemanes serían capaces de detener cualquier ataque. En todo caso, parece que la decisión de atacar Polonia ya había sido tomada meses antes, y cuando se firmó el acuerdo germano-soviético el día 24 de agosto, sólo supuso una confirmación o respaldo ante sus intenciones, y un jarro de agua fría que cayó de golpe sobre las potencias europeas.

Por su parte, Mussolini, había comunicado a Hitler que Italia no estaba preparada para una guerra, lo que hizo que se retrasaran las previsiones de invasión de Polonia. Sin embargo, el 1 de septiembre de 1939 se dio el paso definitivo.  Como hemos visto, en mayo, Francia y Polonia habían firmado un pacto que obligaba a ambos países a defenderse mutuamente en caso de una agresión alemana. Ante la consumación de la provocación,  Francia se vio obligada, en cumplimiento del pacto de defensa mutua, a declarar la guerra a los alemanes. Lo hizo dos días más tarde, el 3 de septiembre, junto a Inglaterra.

La nueva situación del país suponía importantes cambios para los refugiados españoles que se encontraban ingresados en los campos de internamiento, o que habían sido encuadrados en Compañías de Trabajadores Extranjeros, ya que el gobierno francés dejó de promover que los españoles regresaran a su país o emigraran a otro, para pasar a utilizarlos, bien para sustituir la mano de obra que estaba siendo absorbida por el ejército francés, y que naturalmente iba a aumentar, o bien para participar en el esfuerzo de guerra construyendo estructuras de defensa,  mejorando las carreteras, o construyendo accesos para el ejército cerca de las fronteras con Italia y Alemania, o trabajando en la industria de guerra.

Aunque la Guerra Mundial, largamente esperada durante el conflicto español, llegó tarde para prolongar la lucha en España y cambiar el rumbo de la guerra, por fin había llegado. A pesar de la decepción sufrida por mucho de ellos, principalmente para los comunistas,  debida al pacto germano-soviético, es fácil vislumbrar el resurgir de las esperanzas de la mayoría de los españoles que todavía se encontraban en Francia que, a pesar de que otra guerra se les venía encima, podían ver ahora más cercano, quizás, el momento de regresar a la patria.

Para el caso de los españoles que se encontraban en los Alpes, en la zona fronteriza con Italia, aunque en esos momentos el conflicto parecía desplazarse más hacia el norte,  la cosa se complicaría pronto con la entrada de Italia en la guerra. En todo caso, la cuestión de la vuelta a la patria para estos españoles debía de verse de diferente manera a la de los que se encontraban cerca de los pirineos, ya que éstos, estaban muy lejos de la frontera española,  en un punto caliente, muy próximos a la frontera con Italia y Alemania, en el ojo del huracán. Sin embargo, según fueron pasando los días, y los meses, y la situación bélica se mantenía sin cambios, la tensión debió relajarse, a lo que contribuía el hecho de que Italia no se decidiera tampoco a declarar la guerra a Francia. El sonido de la guerra todavía se mantenía lejos, e iba a demorarse varios meses.

Aunque desde 1939, la Italia fascista no había dejado de reclamar varios territorios franceses, en septiembre de 1939, cuando se inició la guerra entre Francia y Alemania, mientras las tropas alemanas iban avanzando por todos los frentes, Italia se encontraba todavía reforzando su ejército. Italia había firmado en mayo de ese mismo año un pacto de amistad con Alemania, el Pacto de Acero, pero, a pesar de todo, los italianos habían estado titubeantes desde un principio. Mussolini intentó convencer a Hitler de que retrasara el ataque a Polonia, ya que necesitaban más tiempo para completar su programa de armamento, para poder estar en condiciones de afrontar un conflicto de grandes dimensiones.  El día 1 de septiembre de 1939, cuando Hitler lanzó su ataque contra Polonia, Italia se declaró como país no beligerante.

En menos de una semana, los alemanes alcanzaron Varsovia e iniciaron su asedio, mientras que Francia movilizaba lentamente a sus tropas, y sólo hizo una tímida ofensiva en el Sarre, con fuerzas limitadas, a partir del día 7, mientras se preparaba la gran ofensiva. Ante la sorpresa de los mandos franceses, los alemanes habían evacuado la zona y no encontraron resistencia, penetrando más de 8 kilómetros en territorio alemán, pero viéndose bruscamente frenados ante un bosque minado. La gran ofensiva francesa nunca tuvo lugar, ya que el día 12 el Consejo Supremo de Guerra franco-alemán, ordenó parar la ofensiva, deteniéndose la misma apenas a 2 kilómetros de la Línea Sigfrido[4]. Aunque quedaron guarniciones en los pueblos conquistados, sin embargo, el grueso de la tropa francesa se retiró a la Línea Maginot, en una estrategia defensiva.

Los polacos no pudieron hacer nada ante la formidable fuerza alemana, sobre todo cuando la Unión Soviética entró en el conflicto invadiendo el área este del país. Varsovia capituló el 28 de septiembre, persistiendo algunos combates hasta el 6 de octubre.

Una vez terminada la invasión de Polonia, los alemanes lanzaron un ataque, el 16 de octubre, en esta área del Serre, volviendo a recuperar el territorio perdido, y ocupando una pequeña porción de territorio francés, pero deteniendo la ofensiva el día 24. De esta manera quedó, momentáneamente, fijado el frente occidental. El periodo que va desde este momento hasta el ataque alemán en este frente, se ha denominado la “guerra de broma” (drôle de guerre), o la guerra falsa, por la falta de movimientos bélicos, a pesar de que Alemania había consumado la invasión de Polonia.



[1] Otra causa fue la de que no podía firmar una rendición incondicional, ante la convicción de que en ese caso habría habido un baño de sangre por parte de los franquistas, por lo que la resistencia a ultranza, se convirtió en su única salida posible, hasta firmar una paz con garantías, o hasta que estallara la segunda guerra mundial.

[2] Una región que había estado históricamente en disputa entre checos y alemanes, que fue incluida en territorio checoslovaco, en 1919, después de la primera guerra mundial, y que desde entonces permaneció en disputa entre checos y alemanes.

[3] Ciudad que osciló entre la condición de Estado semiautónomo con Napoleón, a formar parte de Prusia, y otra vez atónoma tras el tratado de Versalles, esta vez bajo el control de Polonia y las Naciones Unidas.

[4] Línea defensiva alemana de más de 600 kilómetros, entre la frontera de los Países Bajos y la de Suiza, contrapuesta a la Línea Maginot, durante la segunda guerra mundial. También fue llamado Muro Oeste

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