Como salir de los campos. Las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE)

Aunque  la situación en los campos de concentración del sureste francés fue mejorando con el tiempo, distaba mucho de ser una situación deseable, por lo que, desde los primeros momentos los refugiados españoles buscaron el modo de escapar o salir de ellos, "incentivados" en los primeros momentos por las autoridades francesas. 

Es cierto que  no pueden considerarse los "campos" como instalaciones penitenciarias, o campos de concentración según la idea que tenemos de los centros nazis, puesto que, bajo determinadas condiciones, era posible salir de ellos. Sin embargo, en la realidad, una gran mayoría de republicanos no tuvo otra opción más que quedarse, y soportar el encierro y el trato, que, en algunos momentos, se diferenciaba poco del carcelero. La mayoría de los refugiados no tenían a dónde ir, ya que no podían regresar a España, no contaban con familiares en Francia, o no tenían capacidad para obtener un pasaje a un tercer país, que eran tres de los requisitos para poder abandonar el campo, o simplemente no se fiaban de los franceses, así que, a pesar de las presiones a que fueron sometidos por partes de las autoridades francesas para librarse de ellos, en esos primeros momentos, muchos aguantaron en los campos.

Para aligerar la carga económica que suponía mantener a todas esas personas, los franceses sometieron a los españoles a presiones para convencerlos de regresar a España, a veces con acciones que pueden considerarse criminales. Alguno de los traslados se realizó mediante engaño, y no se dudó en utilizar todo tipo de artimañas para convencerlos, como la privación de alimentos, de medicinas, de información sobre sus familias, o noticias de la situación en España, que pudiera haberles permitido tener una idea real de lo que estaba sucediendo en su país.

En esos primeros momentos las opciones para salir eran difíciles de alcanzar para la gran mayoría, ya que no podían confiar en el perdón del dictador en caso de regresar, la posibilidad de encontrar un trabajo en Francia era muy difícil, dada su situación económica, y si no se contaba con algún familiar que pudiera ayudarles, y viajar a un tercer país era imposible si no se contaba con los recursos necesarios, o se había sido un alto mando del ejército republicano. Otras dos opciones que se dieron para poder salir, era el alistarse en el ejército francés; en los Regimientos de Voluntarios en Marcha, un eufemismo para incorporar a los españoles al ejército sin molestar a Franco, y, finalmente, alistarse en la Legión Extranjera, nombre de nefasto recuerdo para muchos, que ya de entrada echó para atrás a la mayoría. No se puede dejar de recordar aquí como el azar juega con la historia. Parte de los españoles que finalmente se enrolaron en la Legión, acabaron por una serie de accidentes, carambolas y vaivenes de la historia, primero luchando contra los alemanes, más tarde, como aliados de estos al formar parte del ejército del gobierno colaboracionista de Vichy, para finalmente, una vez que los mandos se pasaron al bando aliado con la Francia Libre de Charles de Gaulle, formando parte del contingente que acabó liberando París de los alemanes, en el mes de agosto de 1944, encuadrados en la 9ª Compañía blindada, de la 2ª división del general Philippe Leclerc.

Así, por alguna de esas fórmulas, un número importante de republicanos dejo los campos. Cuando el número de salidas se estancó, los franceses pensaron en la posibilidad de sacarles rendimiento explotándoles como fuerza de trabajo. Se encargó a los prefectos de los distintos departamentos que estudiaran las posibilidades de empleo que podrían existir en sus respectivos territorios. Debido al paro existente en Francia en esos momentos, sin embargo, dichos empleos debían buscarse en tareas de interés general, que no compitieran con la mano de obra local (marzo de 1939). En poco tiempo esa opción sería organizada de forma oficial.

Con el fin de que los extranjeros que habían sido acogidos en Francia, y que todavía permanecían en los campos de concentración, contribuyeran a soportar la carga económica que generaba su mantenimiento, a partir del mes de abril de 1939 se crearon mediante el "Décret du 12 avril 1939 relatif à l'extension aux ètrangers bènéficiaires du droit d'asile des obligations imposées aux Français par les lois de recrutement et la loi sur l'organisation de la nation en tempos de guerre" (Journal Officiel du 16 avril 1939, p. 49919-4911), las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE, Compagnies de Travailleurs Étrangers), en las que se pretendía encuadrar a los extranjeros comprendidos entre los 20 y los 48 años de edad, sin nacionalidad francesa, o que se hubieran beneficiado del derecho de asilo, con el argumento de que, en tiempos de guerra, estos debían de tener las mismas obligaciones que se imponían a los franceses, y en tiempos de paz, debían realizar una prestación similar al servicio militar al que estaban obligados los locales.

Al mismo tiempo, se intentaba limpiar la imagen del gobierno francés, ya que los internados en los campos habían sido objeto de reportajes periodísticos, que fueron difundidos a nivel mundial, con duras críticas al ejecutivo, y simultáneamente, se daba una respuesta a los vecinos de las zonas donde se habían instalado los campos, muchos de ellos contrarios a su alojamiento en las playas.

 Como su propio nombre indica, estas "compañías", en clara relación con el nombre, fueron puestas bajo el control de la autoridad militar.  Sin embargo, aunque un decreto fijó las condiciones de encuadramiento, en cierto modo, la entrada en ellas siguió siendo voluntaria. Muchos,  se negaron a entrar en las mismas y trabajar para quienes les habían deparado un trato tan degradante, sobre todo si no eran tratados en igualdad de condiciones que otros trabajadores franceses.

Ante la falta de voluntariedad por parte de los españoles, los franceses volvieron  a ejercer presiones para conseguirlo, como la obligación de firmar su consentimiento para la prestación, como un requisito indispensable para poder fijar su residencia en Francia, bajo la amenaza de ser devueltos a los campos, y sometidos a vigilancia, y castigos en caso de romper las reglas, que podían incluso suponer su devolución a España.

Una primera hornada de compañías debió organizarse desde finales del mes de abril, y fueron distribuidas por toda Francia para la realización de trabajos diversos. Los prefectos, siguiendo instrucciones del gobierno,  habían realizado consultas sobre los posibles trabajos de utilidad general que podrían realizar los españoles en los distintos lugares. Sin embargo la oposición local debió de ser alta, debido a que muchos pensaban que ocuparían puestos de trabajo que podían ser desarrollados por los franceses,  recordemos, en un contexto económico de gran paro. Para evitar estas críticas, los trabajos que se asignaría a los españoles estarían relacionados, principalmente, con tareas de "carácter estratégico o de interés general en las zonas fronterizas o en los campamentos militares" (Moiron 2012:1).

El número de CTE creadas en estos primeros momentos varía según el autor. Peter Gaida (2014:46) cita la constitución de 56 compañías, a partir de 20 de abril, que englobarían a unos 13.000 hombres; Moiron (2012:1) habla de 76, y Eggers (1995:19) 79, formadas por unos 20.000 españoles en el momento en que estalló la guerra, a primeros de septiembre.

A finales del mes de mayo, otro decreto[1], fijó las condiciones de organización y encuadramiento en dichas unidades. Los españoles asignados a compañías de trabajadores extranjeros iban a ser equiparados a militares franceses, incluida la percepción  de una paga de 50 céntimos al día, igual a la de los reclutas de esa nacionalidad. También se les equiparía con un uniforme militar marrón, al parecer de la primera guerra mundial, que les diferenciaba de los militares franceses en ese momento, aunque  tendrían similar trato disciplinario y organizativo.

Sin embargo, parece que, aunque en muchos aspectos se asemejan las compañías a unidades militares, en lo que se refiere al sometimiento a disciplina y organización,  en otros se podía ver que realmente no funcionaban como tales. Un ejemplo era el hecho de que a los trabajadores españoles no se les permitió usar en su correspondencia el franqueo militar "FM",  lo que les ocasionó muchos quebraderos de cabeza para poder comunicarse con sus familias e, incluso les obligó a consumir gran parte de su sueldo en la adquisición de sellos.

Cada compañía estaba formada por 250 trabajadores (prestatarios), al mando de un oficial, repartidos en cinco secciones, al mando de las cuáles se encontraban 5 cabos, y cinco suboficiales, todos ellos franceses.

Resalta la participación mayoritaria de españoles en la constitución de las compañías, por lo menos en estos primeros momentos. Esto queda patente en la denominación que se les da. Seguido del nombre de Compañías de Trabajadores, en todo tipo de documentos oficiales, o con muy alta frecuencia, aparece el nombre  de Españoles: Compañías de Trabajadores Españoles, en lugar de Extranjeros. 

Todavía en la actualidad puede discutirse si este encuadramiento “voluntario”, puede considerarse o no trabajo forzado, en el contexto de que los franceses, de alguna manera, se encontraron, en un plazo de tiempo relativamente corto, con la llegada de una cantidad de refugiados sin precedentes hasta ese momento, además, concentrados en un espacio geográfico relativamente pequeño y, por lo tanto, se vieron desbordados. Las CTE habrían sido, entre otras medidas, una de las soluciones al “problema” del coste que suponían los refugiados para las arcas francesas. El hecho de que el encuadramiento en las mismas, en los primeros momentos,  fuera voluntario, puede abogar por que pudiera ser considerado una respuesta desesperada, por parte de las autoridades francesas, a una situación excepcional. Sin embargo, teniendo en cuenta que muchos no tenían recursos para poder viajar a un tercer país, y no podían regresar a España sin sufrir graves consecuencias, es preciso tener en cuenta otros factores para valorar si fue o no forzada la situación, como son la vigilancia y falta de libertad a que fueron sometidos, en los campos y dentro de las compañías de trabajadores, o los castigos a que podían ser acreedores en caso de romper las reglas, incluida la expulsión inmediata a España.

Estas actuaciones no son justificables desde ningún punto de vista, y por lo tanto no podemos considerar que el trato fuera justo. La inclusión en dichas compañías, como el resto de situaciones en las que los españoles podían salir de los campos, como son la Legión Extranjera, o los Regimiento en Marcha de Voluntarios Extranjeros, sin posibilidad de negociación de sus condiciones de trabajo, puede, por tanto, considerarse como forzada.

Muchos republicanos españoles, sin embargo, siguieron negándose a trabajar para quienes les habían deparado un trato tan degradante. Los españoles encerrados  en los campos, casi desde el primer momento habían empezado a reorganizarse recuperando las antiguas facciones políticas y sindicales. Las noticias que llegaban de los que habían salido de los campos no debían ser muy buenas. Sin duda la remuneración del trabajo como prestatario para empresarios franceses, o el trato dado bajo la disciplina militar, debía ser considerado por algunos como un trato desigual en relación al resto de trabajadores franceses. 

En relación al trato o condiciones para ser adscritos a las Compañías, por ejemplo, en fecha tan avanzada como es el 13 de junio de 1939, en el campo de Argelés-sur-Mer, alguien colocó en las barracas de los refugiados unos pequeños carteles manuscritos que rezaban así[2]:

 

“ESPAÑOLES preguntad a los que parten a las Compañías de Trabajadores, y ellos os dirán lo que representa”

Nosotros somos trabajadores y queremos trabajar, pero con los derechos y deberes de un obrero francés”

Nosotros queremos ser útiles para Francia, pero por eso mismo no queremos ser tratados como esclavos”

En la lucha contra el fascismo y por la defensa de Francia nosotros diremos “presente”. En las Compañías de trabajo, diremos “condiciones”

Refugiados, ir a trabajar sin los mismos derechos que los trabajadores franceses, significa perder el verdadero carácter de nuestra lucha”

En el momento de entrar en las Compañías de trabajo, solicita las reivindicaciones. ¿CUÁLES? IGUALDAD, DERECHOS Y DEBERES de los obreros franceses”

 


    Poco a poco, sin embargo, la idea de los franceses de deshacerse de los españoles de cualquier forma, fue cambiando.  Europa, y Francia se encaminaban, y podía vislumbrarse en el horizonte, hacia el conflicto con la Alemania nazi. Esto propició un nuevo interés por parte del gobierno hacia los españoles, por utilizar la mano de obra que prestaban estos. Viendo cómo iban discurriendo los acontecimientos, y que era muy probable el estallido de un conflicto mundial, Francia destinó varias de esas CTE a la zona fronteriza con Italia en al sureste y con Alemania, más al norte, con el objetivo principal de mejorar los accesos mediante la construcción de carreteras y túneles que facilitaran los movimientos de las tropas francesas, y la construcción o reforzamiento de defensas e infraestructuras. La inclusión de los refugiados en las CTE, no obstante, contribuiría al definitivo vaciamiento de españoles de los campos de internamiento


[1] Decreto de 27 de mayo de 1939 relatif à l’engagements pour la durée de la guerre souscrits par les étrangers. Diario Oficial de la República Francesa de 906-1939, pp. 7285-6

[2] ADPO 31 W 274, escrito fechado el 13 de junio de 1939 firmado por el prefecto de los Pirineos Orientales y  dirigido al Ministro del Interior, informándole del descubrimiento en el Campo de Concentración de Argelés su Mer, de pequeños carteles manuscritos que habían sido colocados en las barracas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La organización TODT

Libro 2. Francia

Las batallas de la Guerra Civil